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¿Por qué no existen dos firmas iguales?
En pericia caligráfica existe el dicho: “Si dos firmas son idénticas entre sí, al menos una de ellas es necesariamente falsa”
En pericia caligráfica hay un dicho sobre la existencia de dos firmas iguales: «si dos firmas son idénticas entre sí, al menos una de ellas es necesariamente falsa».
Existe una explicación científica sobre por qué no existen dos firmas iguales. Y cuando alguien dice, ‘yo firmo siempre igual’, la consideración es: ‘¡Eso es imposible!’.
[Así nos lo cuenta en conideintelligente.com, Ana I. Vilar, directora de Rodríguez & Vilar Asociados]
La variable biológica y funcional
La escritura es el resultante de un acto psicomotriz donde el complejo anímico se modifica por el complejo fisiológico, siendo lo biológico y funcional constantemente variable.
Si fuesen idénticas estaríamos frente a un ‘calco’ o implante de firmas o manuscritos mediante trucos y/o maniobras delictivas
Esto hace que no exista en la persona dos firmas o escrituras exactamente iguales entre sí. Si fuesen idénticas estaríamos frente a un ‘calco’ o implante de firmas o manuscritos mediante trucos y/o maniobras delictivas.
Esto viene acorde a un caso concreto con el que me encontré al solicitarme, uno de tantos clientes, un informe pericial para determinar la autenticidad o falsedad de una firma ilegible.
Una simple cuestión de autenticidad o falsedad de una firma, aunque ningún caso es sencillo, puede derivar en una auto-falsificación. Es decir, el sujeto pretende hacer una firma que no es la suya.
Autenticidad o falsedad de la firma
Entrando en el caso que comento aquí, se me designa para determinar la autenticidad o falsedad de la firma.
El documento se encontraba en un excelente estado de conservación y junto a la firma se visualizaban dos sellos que, supuestamente, se estampaban en concepto de originalidad del mismo.
El documento se encontraba en excelente estado de conservación y junto a la firma se visualizaban dos sellos que, supuestamente, se estampaban en concepto de originalidad
Digo esto porque los sellos eran posesión exclusiva de la parte demandante del procedimiento y según su declaración, no se sellaba ningún documento que no estuviese firmado por dicha persona que era quién tenía que estamparlos posteriormente a la signatura (la firma) plasmada.
… no queda otra que presentar una prueba pericial que confirme o desmienta la legitimidad de la firma en cuestión
Me llamó la atención que la propia demandada, tras negar su firma, fuese quién aportara el documento original y declarará lo que he comentado antes sobre los sellos después de la firma.
Mi cliente, la parte demandante, se sorprendió tanto como yo de la negación de la firma sobre el propio documento aportado por esta. No obstante, una vez realizada esta maniobra, no queda otra que presentar una prueba pericial que confirme o desmienta la legitimidad de la firma en cuestión.
Idénticas pero… ¿auténticas?
La curiosidad versa en que cada soporte indubitado (el auténtico), presentaba un modelo de firma distinto, solo uno de ellos y en un primer reconocimiento visual, identificaba como autentica a la firma cuestionada. ¡¿Auténtica?! Ese era el problema. Las firmas que visualmente mantenían características similares eran idénticas.
Me encontré ante la tesitura del dicho probado científicamente sobre dos firmas idénticas…”una de ellas es necesariamente falsa”. Pero los soportes eran originales, las firmas y los sellos también, entonces, ¿qué cometido sostiene por tanto este informe pericial?
Una de las firmas era necesariamente falsa y por lógica deductiva debía ser la correspondiente al documento que se cuestionaba
Describí todas y cada una de las particularidades que mantenían las dos firmas idénticas; originalidad, espontaneidad, exentas de temblores o paradas que pudieran determinar una copia, entre otros sistemas y análisis que se aplican en esta disciplina criminalística.
Sin embargo, una de ellas era necesariamente falsa y por lógica deductiva debía ser la correspondiente al documento que se cuestionaba.
Existen cuantiosas modalidades de falsificación de firmas y esta parecía no pertenecer a ninguna de ellas, aunque sí existía una diferencia que podía ser la base de la alteración. La firma cuestionada estaba realizada con rotulador de punta fina y su homóloga idéntica con un bolígrafo negro convencional.
No existen dos firmas manuscritas iguales y si alguien dice lo contrario, le mostraré que necesariamente una de ellas es falsa.
Así pues, mi conclusión fue que la firma expuesta en el documento cuestionado era genuina de quién la negaba, con el agravante de haber realizado esta, una auto-falsificación de copia por transferencia del documento indubitado con una clara finalidad delictiva. Es decir, la propia persona calca con un papel encima su propia firma.
El día de la vista oral en el juicio no le quedó otra que reconocer lo que científicamente se había probado, alegando otros motivos que no modificaron la sentencia favorable a mi cliente.
Quiero finalizar dejando claro que no existen dos firmas manuscritas iguales y si alguien dice lo contrario, le mostraré que necesariamente una de ellas es falsa.