Idígoras y Pachi
Robots casi humanos, sin el casi
¡Cómo ha avanzado la IA, lo malo es cuando nuestro robot se pone triste, que nos lo deja todo perdido de tornillos!
– Hermano, hay veces que tus viñetas deberían catalogarse como cuadros.
¿Qué me dices del cuadro costumbrista de la pareja con perro en el sillón?
– No será para tanto, Pachi… jeje. (Pensamiento que no llega a expresar: «¿o sí?»)
– Sí, sí, Ángel, ya sé que yo te di la idea, y que el primer borrador es mío, que el robot llorón es fantástico, pero ¡por favor!, ¿qué me dices del cuadro costumbrista de la pareja con perro en el sillón? Jajajaja…
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Uno más de la familia
– Rite, rite, pero ya verás cuando los robots formen parte de la familia. Ya te estoy imaginando: «Benito (por supuesto tendrán su propio nombre), por favor, termina de dar color a la viñeta de «i de intelligente».
Los robots podrán superarnos y ya empieza a contemplarse el «botón del pánico», por si se sublevan y hay que desconectarlos
– Por mucho que programe y reprograme al robot Benito, no alcanzará jamás mi ingenio para el dibujo, hermano.
Ahí te equivocas, Ángel, los robots podrán superarnos en muchas tareas y ya empieza a contemplarse el llamado «botón del pánico», por si se sublevan y hay que desconectarlos.
– Uff, Pachi, lo que nos queda por ver.Y que lo digas, Angel… Oye, estas lágrimas de tornillo son geniales, jeje
– ¡Y dale, calla y da color a mi obra de arte, que te estás oxidando!
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